Una intolerancia, a diferencia de una alergia, es aquella que genera reacciones adversas en nuestro organismo sin que el sistema inmunológico intervenga. ¡Pero no por no ser una alergia es menos importante!
Cada vez es más frecuente encontrar casos con una o diversas intolerancias, que generalmente cursan con hinchazón abdominal, diarrea y/o estreñimiento (o se alternan sin causa aparente), picazón de piel, náuseas, molestia o dolor abdominal, malabsorción… Y que a la larga pueden generar problemas de salud más graves.
Las más habituales hoy en día son la intolerancia al gluten, a la lactosa, a la fructosa y al sorbitol. Por desgracia son substancias que se encuentran en muchos de los alimentos que consumimos diariamente (frutas y sus derivados, dulces y bollería, mermeladas, lácteos y derivados lácteos, productos pre-cocinados, chicles, caramelos o chucherías, productos “light”, refrescos…).
Muchos clientes con los que nos encontramos los Dietistas – Nutricionistas en consulta están desorientados, y no saben exactamente qué pueden comer y qué no a pesar de estar diagnosticados como intolerantes.
Algunos de ellos van con miedo y acaban limitando muchísimo su alimentación, haciendo que ésta sea monótona y aburrida por repetir alimentos que saben que son 100% seguros.
La clave está en preparar una alimentación segura para el cliente, teniendo presente sus diversas intolerancias, así como sus necesidades personales. Y a la vez que sea una dieta equilibrada, saludable y variada a través de la cual no prevalezca el aburrimiento ni la monotonía.